LA DIDÁCTICA DE LA DRAMATURGIA
Sandro Bossio Suárez
El lenguaje teatral escolar es reconocido en el mundo entero
como una de las manifestaciones artísticas y pedagógicas más utilizadas. Y lo
es porque, en efecto, ha dado los mejores resultados: miles, acaso millones de
niños y niñas han sido capaces de aprender ( y aprehender) temas sociales,
familiares, anímicos, valorativos, y de reconstruir sus propias historias
comunales, o despertar sus instintos lúdicos y culturales.
El teatro infantil (o, mejor, el teatro escrito y producido
para un público infantil ), es sin lugar a dudas uno de los más difíciles de
lograr, puesto que debe cumplir con dos requisitos esenciales que parecen
sencillos pero que, en el fondo, demandan mucho esfuerzo y maestría: entretener
y, al mismo tiempo, enseñar; es decir, tiene una doble función social, lograr
el divertimento y cumplir con su función didáctica.
Por ello es que en el mundo actual, la madurez artística y
la validez del lenguaje teatral pedagógico están vigentes, reconciliando a
estas piezas teatrales con la educación y transformándolas en un fenómeno ético
y estético que debe transmitirse y hasta incluirse como técnica obligatoria de
enseñanza.
Me interesa, por ello, referirme ahora a la obra de Javier
Maraví Aranda, dramaturgo de largo cuño, huancaíno, quien ha logrado plasmar en
sus textos y representaciones teatrales esto que precisamente llamamos el
lenguaje teatral pedagógico como primer factor.
Presentar este compendio de piezas teatrales resulta, por
ello, una grata revelación, la confirmación de una buena dramaturgia que viene
y mantiene Huancayo, Maraví Aranda, de este modo, se encumbra como un
dramaturgo (pero también como un actor y propulsor dramático ) alegórico,
colorido, emocional, y al mismo tiempo fuerte, enérgico, aguerrido y
profundamente antropológico. Sus obras teatrales, de ese modo, trasuntan
elementos sociales y culturales que es necesario resguardar.
Si quisiéramos hacer un acercamiento general a estas obras
teatrales, tendríamos que decir que se trata de piezas que cumplen con los
fundamentos y cánones del género; pero , al mismo tiempo, que se trata de
verdaderos continentes de conocimiento, información, búsquedas e inquisiciones
morales, que cumplen perfectamente su
rol pedagógico.
Por otro lado, y de aquí el otro descubrimiento, la obra de
Maraví Aranda está impregnada también de aliento antropológico. Como sabemos,
la Antropología Teatral es la traslación escénica de las representaciones y
códigos socio-culturales que se encuentra en el fundamento de las sociedades. Y
eso es lo que hace, sin lugar a dudas, la obra de nuestro dramaturgo: trasladar
a escena la rica vida cultural, las tradiciones, lo atávico y ancestral de
nuestras zonas rurales, donde aún perviven las más ricas practicas
cosmogónicas, y que a su entender hay que valorar, rescatar y conservar.
Hay poesía también. Los diálogos, muchos de ellos, están
armados a partir de un canon musical, siguiendo una escala, acompasados y
rítmicos, y son embellecidos por las descripciones, los símiles y las metáforas
más dúctiles del romancero.
En la obra Con nervios de toro, encontramos efectivamente
todo lo dicho: Jacinto se niega a bailar la chonguinada con su antigua pareja
sentimental, Lucero, quien ha retornado al pueblo llena de ínfulas y alienados
comportamientos, y pretende cambiar las costumbres dancísticas con el favor de
su dinero. Aparte de sus logros didácticos, filosóficos y antropológicos, en
esta pieza encontramos también el diestro despliegue de la técnica literaria de
la analepsis (más conocido como flas back ), pericia escénica que le otorga a
la obra profundidad y adecuada contextualización temporal.
En Pillpintuywayta
encontramos una obra más cercana a la representación corporal como
justificación teatral, donde la música, la corporalidad y la danza nos cuentan una historia de profunda
religiosidad y arraigada mitificación: la lucha del bien contra el mal. Así,
Airampito, joven enamorado de Pillpintuy, inspirado por la Mamapacha, decide enfrentar en una danza redentora a
unos malévolos espíritus condenados, para liberar tanto a su amada como a su
comunidad de este perverso ser y de don Pedro, el falso progenitor de la
adolescente, quien hasta entonces la mantiene en su poder. La obra fluye,
prospera, conquista al auditorio entre cantos, danzas y música, y otra vez
vemos reflejados en ella la representación del coraje y la cultura andina.
Listo pà sembrar es una obra alegórica, casi una
representación fabulesca, donde resalta la defensa de la ecología y el medio
ambiente. Sus personajes son animales y plantas, y , una vez más, aparece la
Mamapacha como existencia redentora que insufla fuerza a todos los actuantes.
El libro también contiene piezas más cortas, como Julia
Vaca, Tía Chiriposa o Coquín Chocolatín en su Jardín, obras minimalistas, casi
viñetas teatrales, que se desarrollan a modo de monólogos o teatro de títeres,
que siempre inmersan el tema de la defensa de las plantas y el medio ambiente.
En suma cuenta, la recopilación de las obras teatrales de
Maraví Aranda es una muestra más certera de que la temática antropológica,
coreográfica y ambientalista, tan de moda hoy, tiene un estupendo
representante, quien es además un notable pedagogo.
Vale felicitar al autor por este trabajo y también al
editor, Esteban Quiroz Cisneros, quien ha logrado un libro físico de excelente
factura en su tan reclamado retorno al mundo editorial.
Bienvenido Javier
Maraví Aranda y, otra vez, Lluvia editores.
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