Hace 25 años, un 24 de junio,
supongo que soleado allá en Huancayo, se puso en marcha un proyecto que aunque
no “de mesa” o formal, fue un proyecto de vida ¿Y Por qué de vida? Pues, porque
viene desde una perspectiva de comunidad, de hacer todo en conjunto, de un
trabajo comunitario y sobre todo por amor al arte.
Quizá Waytay en un inicio no se
propuso trabajar con niños, niñas y adolescentes. Sino, con jóvenes que como
vemos ahora, se han vuelto varones y mujeres fuertes y capaces de hacer y deshacer
paredes y de esa forma cumplir sus objetivos. Jóvenes que por muchos motivos
fueron alcanzando algunas cosas y Javier que no perdía el tiempo, y como dice
él: “Loco en mis locuras”, se vino a El Agustino.
Las Ágatas, fue el primer barrio
en donde se estableció Waytay que con mucha curiosidad e inocencia se fue
llenando de niños y niñas que hoy tienen más de 20 años. Recuerdo que lo
primero que hicimos fue subirnos a los zancos, de hecho hubo caídas. Luego
aprendimos los instrumentos que en algunas ocasiones fueron rotos. Obras
presentadas en las rotonditas de Chabuca Granda y muchos ensayos para
pasacalles con lindas anécdotas.
Así es que pasaron los años y la
casita de las Ágatas se fue haciendo más pequeña, y cual Alicia en el país de
las Maravillas, Maraví (Javier) sale en búsqueda, junto con sus hermanos un terrenito,
bueno un terrenazo que es este. Acá se volvió a plantar la semillita y vino la
tercera generación con ellas sacamos nuestro primer trabajo multitudinario
porque éramos ¡40 en escena! El nombre de dicha obra era “La fiesta de los Mil
colores”, en donde blanquito y negrita, dos niños con muchos sueños, tienen que
ir en búsqueda de los colores para hacer su ponchito y faldita pero, como
siempre está el jodido de la obra y de la vida, el Cascarrabia no querrá que
los niños logren su objetivo. Sin embargo, como el mundo es grande y la fuerza
de voluntad también, se logra hacer la faldita y el ponchito.
Así como “La fiesta de los mil
colores”, hay otras más como “Listo pa´sembrar, “Somos libros Leámoslo
Siempre”, “Pillpintuwayta”, “El vuelo de los Cóndores, “Con nervios de toro”,
“Julia Vaca” y muchas más. Igualmente, nuestros pasacalles y las presentaciones
con títeres.
Y de ese modo ¡¿Cómo no mencionar
el FITEA?! Nuestro FITEA, que ya por sexta edición se fue dando gracias al
PUNCHE que le fuimos metiendo en cada una de las reuniones y planificaciones
previas. Ahora también estamos en proceso para poder hacerlo ya que, queremos
que la gente entienda que este Festival al igual que todos los que hay, no solo
son para hacerlos y dejarlos ahí. Sino, para dárselo a nuestro barrio y es
justo en esa medida que el barrio, lindo barrio, también debería tener un rol
activo. En donde podamos exigir por derecho que nos corresponde, este tipo de
festivales o actividades envestidas con expresiones artísticas, actividades que
dan color al barrio y a nuestras vidas.
En fin, son 25 años de harta
chamba y con mucho más que hacer. Agradecer de ante mano a las personas que
asistieron, que leen este texto y a las comisiones que hicieron que este evento
funcione: Gelen, Diana, Rosa, Paco, Jesús, Johanna, Camila, Ana Rosa, Milena,
Zeila, Brissette, Briggete, Abigail, Gean Carlo, Elizabeth, Azucena, Trilce y
sobre todo a Javier que si no fuese por decisiones vitales, quizá no estaríamos
acá hablando sobre Waytay. Gracias Javier por ser un amigo, hermano, hijo y
padre para todas y todos.
Gracias y que sean un millón de
años más y ¡HA HECHARLE CON GANAS!
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